Aquellos que nos quieren nos dan alas, nos invitan a volar.

Siento una profunda gratitud por todas aquellas personas que me han acompañado, directa o indirectamente, en el proceso de creación de este libro. Leyendo las páginas anteriores, aparecen a menudo en mi mente; siento que cada uno a su manera, todos ellos me han invitado a volar.

Con toda mi alma y energía doy gracias a Mònica Tarrés Campà, mi pareja, que me ha dado el mayor de los regalos: su amor y la oportunidad de compartir nuestras vidas. Y a nuestros hijos, Laia y Pol, a quienes va dedicado este libro. Ellos son mi Norte.

Albergo una profunda gratitud por mi padre, Gabriel Rovira Ibáñez, mi madre, Carmen Celma Grau y un intenso sentimiento de afecto en el recuerdo de mi abuela materna, Carmen Grau Vima, por todo el amor recibido de ellos.

A Jorge Escribano, amigo y maestro, por mostrarme el enorme poder de lo simple, la potencia de transformación psicológica que nace del trabajo bien hecho, por su sabiduría y afecto, y por los permisos que de él he recibido.

A Miguel Díaz, por acompañarme en el camino hacia el encuentro de mi brújula interior. Sin el viaje en el que él me acompaña, semana a semana, este libro no hubiera visto la luz.

A Fernando Trías de Bes Mingot, mi compañero y amigo del alma. Tu extraordinaria inteligencia, entusiasmo, generosidad y creatividad han hecho que este libro tenga un mayor alcance que del que hubiese tenido.

Jordi Nadal, amigo del alma, cuya pasión, ternura, potencia y generosidad hicieron que hoy este libro esté aquí. Conocerle es tener la ocasión de constatar, en vivo y en directo, lo que es estar conectado a la brújula interior.

A Manel Armengol, por su reflexión profunda, inteligente y honesta y por tantas cosas esenciales... Manel tiene un alma con la potencia de una supernova. Él sugirió el título de este libro. Gracias.

A todos aquellos que en su día me dieron alas, con un especial y afectuoso agradecimiento para Antonia García, Fernando Domínguez, Françoise Tacker-Brun, María Rosa Reberter, Mercè Tarrés y a todo el extraordinario equipo de la Fundació Fac: Angel, Griselda, Miren, Carmen, Montse, Anna, Josep Maria y al conjunto de excelentes profesionales de la sanación que lo integran.

A Josep López, por su excelente labor de acompañamiento en la creación de este libro. Sus inteligentes y brillantes consejos y aportaciones fueron un foco de luz al manuscrito original.

A Rubén Verdú, cuyo talento creativo y sensibilidad hacen de él a un ser humano absolutamente singular. Rubén ha sido y es inspiración en la parte final de creación del libro, y es, entre otras cosas, responsable del diseño de la página web en la que estás navegando.

A mis agentes literarios, Isabel y Maru. Soy afortunado de haberos encontrado en este camino, de contar con vuestra amistad y con vuestro talento excepcional.

A mi hermano Gabriel, a su mujer e hijos, Teresa, Gabi y Gerard. A mi hermana Ana, a su marido e hijos, Xavier, Carla y Xavier. Gracias por todos estos años de amor y buenos recuerdos.

A Emilio Mayo Subirats, compañero y amigo, cuyo rigor, capacidad de síntesis y sentido común me ayudaron a concentrarme en lo esencial de este libro.

A mis compañeros de Salvetti & Llombart, mi 'dream team': Natalia, Ingrid, Borja, Nuria, Patri, Ricard, Marta, Marina y a todo el resto de compañeros. Os agradezco muchísimo vuestra compañía y amistad.

A mis amigos especiales, aquellos que en parte o del todo vieron el manuscrito original y me dieron su sincera y valiosa opinión: Montse Serret, Juan Carlos Tous, Alfredo Caputo, Carlos Nessi, Claudio Casas, Pep Domènech, Víctor Barajas, Delfí Urgeles, Juan Luís Miravet, Josep Hernández e Ignasi Rafel.

A Miquel Martí y Juan Nuez, por su decidida labor de recuperación y difusión de la inspiradora, necesaria y valiosísima obra de Antonio Blay Fontcuberta.

A Fernando de la Rosa y a Miguel Pascual por el excelente trabajo de acompañamiento que he recibido de ellos en las tareas de soporte de difusión del libro.

A los participantes de los diferentes seminarios que he impartido y de los que tanto he recibido, sea en Esade o en otros foros. Muchas gracias.

A Valentín, Alex, Nico y Landro por alimentarme el cuerpo y, consecuentemente, el alma casi cada día.

Y, finalmente y no por ello menos importante, a Rufli, mi perro, un encantador golden retriever que me saca a pasear cada mañana y cada noche invitándome a contactar conmigo mismo y a reflexionar. Sin estos paseos, muchas de las ideas que aparecen en este libro no hubiesen visto la luz.

A todos, gracias por las alas.



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